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martes, 6 de octubre de 2009

“La gran Estafa”

Ni Hollyood lo pensó

Si usted que seguramente vio la película protagonizada por Julia Roberts, George Cloony y Brad Pit entre otros, pensará, quizás como yo, que una estafa así sólo puede hacerse con la maquinaria cinematográfica puesta al servicio del entretenimiento, es casi imposible en la vida real perpetrarla.
Sin embargo puedo demostrarle que el Estado Nacional, parangonando la gran banda de hollyood, ha realizado y sigue haciéndo una estafa mucho mayor a cualquiera que pueda argumentarse en la meca del cine.

Especial para fps/D21y la Web: Rubén A. Spaggiari

Esto que afirmo en el copete de este artículo no es una aseveración a la ligera, por el contrario espere cándidamente cincuenta años para darme cuenta de ésta realidad.
Cuando siendo jóvenes ingresamos al mercado laboral poco pensamos en nuestra jubilación, es menester recordar que sólo a instancias de nuestros empleadores y debido a los descuentos que comienzan a perpetrarse y manifestarse en nuestros salarios, que comenzamos a preocuparnos e interesarnos por aquellos.
Las respuestas de los mayores a nuestras preguntas siempre fueron valederas y tranquilizadores – Significaba un seguro para cuando un tuviéramos la fuerza laboral que nos otorgaba nuestra juventud –
En otras palabras se nos descontaba para hacer frente a nuestra futura, lejana y pretérita jubilación, que poco nos interesaba entonces.
También aparecían los descuentos sindicales, ese robo permanente que hacen los sindicatos para mantener una de las lacras más nefastas heredadas del “Peronismo” y que a podido parir el sindicalismo criollo “Los gordos” y el nefasto aparato sindical, politizado y corrupto que ha alimentado la política nacional desde 1945 en adelante.
Pero como sabíamos por nuestros mayores, y aprenderíamos nosotros después, nada podía hacer sobre ello, sin embargo siempre tuvimos la esperanza, en particular al pasar los años, que en definitiva algún día podríamos jubilarnos, no disfrutar de nuestra jubilación ya que, en nuestras republiquetas bananeras la clase pasiva jamás podrá disfrutar de nada con el magro ingreso que su jubilación le otorgará.
Pasaron los años, cincuenta y dos desde mi primer trabajo, y hoy me toca jubilarme, así que realizo un acuerdo legal para comenzar los tramites con un profesional, serio y responsable que me guíe en la gestión por lograr la jubilación.
El primer paso es presentar los comprobantes de haber trabajado, dónde y cuanto tiempo.
El empleado, como usted bien sabe, sólo recibe su comprobante de su sueldo, donde figuran los descuentos, por otras razones puede disponer de certificaciones laborales simples, que demuestran su pertenencia a tal o cual empresa en determinado período de tiempo.
Si usted fue precavido o simplemente ordenado quizás atesore estos recibos durante cincuenta años, de lo contrario no debería hacerse problemas ya que en nuestro país hay un ente fiscalizador y regulador de aportes jubilatorios donde supuestamente quedarían registrados todos aquellos aportes que se realizan para un trabajador a través de las diferentes cajas, comercio, industria etc. Que funcionan como entes recaudadores.
Ese organismo es el ANSES y allí debería encontrarse un registro a nombre del trabajador con todos los aportes realizados por las empresas en las que trabajó.
Esto es lo que el estado se compromete a realizar para asegurarle al trabajador que velará por su futura vida pasiva.
Esto es más seguro, se supone, cuando el trabajo en cuestión se ejecuta en empresas estatales, ya que es una relación interna de información entre los entes recaudadores del Estado Nacional, la DGI, hoy AFIP y el organismo de contralor el ANSES.
Digo esto de la mayor seguridad porque todos sabemos que muchos empleadores privados jugaron al acertijo con la DGI y nunca depositaron aquello que le descontaban al empleado, constituyéndose en entes “recaudadores fraudulentos” que en nuestro país nadie controló ni sancionó debidamente.
De allí que las empresas privadas ante el requerimiento del empleado o del estado debían demostrar sus aportes, certificando haberlos depositado en tiempo y forma.
Quien ha vivido 65 años en un país vulnerable a los vaivenes económicos y políticos como el nuestro sabe que un empleado raramente trabajó en una sola empresa y perteneció a una sola caja.
Puede haber pasado por empresas del Estado Nacional, empresas privadas, grandes o pequeñas pero los descuentos siempre se realizaban.
Si como yo, usted tuvo la precaución de guardar en una carpeta cuanto papel, tarjeta o identificación empresarial, recibos de sueldo y certificados, recibidos y certificados solicitados durante su vida laboral, estará confiado porque tiene los comprobantes de su derrotero en su vida útil, ¡Gran error el suyo amigo! Esto no termina allí.
El Estado nacional que durante cincuenta años debía haber controlado que sus aportes fueran a su caja, utiliza los fondos, para cubrir otros gastos de las arcas del Estado en particular aquellas erogaciones no contempladas en el Presupuesto nacional, gastos extemporáneos o espurios del poder político.
Años de lucha llevaron a ciudadanos más esclarecidos, menos venales y a la opinión pública a denunciar estos hechos que contradecían el objetivo de los aportes jubilatorios y durante años estos son producto de un manejo arbitrario y antojadizo.
Miles y miles, de coterráneos quienes me antecedieron en la aventura de jubilarse, muchos de los cuales ya no están u otros se hallan padeciendo el deterioro de una vida pasiva dependiente de un familiar en vida activa, que lo sostenga económicamente y pueda permitirle vivir dignamente, pueden dar fe de lo que digo.
Hoy me tocó a mí y en el ANSES ni siquiera figuran los registros de las empresas Estatales en las que trabajé, dos que no puede desaparecer, la Dirección de Electrónica Naval, del Ministerio de Marina, F.F.A.A. y Yacimientos Petrolíferos Fiscales, de ambas figuran apenas algunos años.
Dado que mi ingreso a la Marina como personal civil, escuela y taller, se realizó a los 14 años recién los descuentos se depositaron a mi mayoría de edad o sea a partir de los 18 años, a partir de 1961 y hasta octubre de 1965, cuatro años.
En ese mismo mes y año ingreso a YPF hasta 1975, diez años y a partir de allí inicio un recorrido por distintas empresas privadas hasta aproximadamente 1983, entre las cuales acumulo más de 25 años de aportes.
Hacia 1977/78 ingreso al M.O.P. para una tarea técnica en el complejo “Dique Paso de las Piedras”, para nombrar o detallar las empresas estatales, ninguna figura figura en mis antecedentes en el ANSES.
De esas empresas y esos años tengo las tarjetas de seguros de las distintas cajas, los recibos de sueldos y, como dije, algún que otro certificado laboral solicitado oportunamente.
Justamente como soy consciente que muchas empresas debieron también capear los temporales que sufrió el país en materia económica y política, al igual que yo.
Yo también me embarque, durante esos años en proyectos empresariales y debí enfrentarme a esos males, cándidamente, como millares de compatriotas confié en el Estado que controlaría mis aportes.
Como resultante diré que ahora que debo jubilarme sólo me reconocen cinco años y en los registros del ANSES no existen pruebas de mi paso por esas empresas ni que hablar de los tiempos correspondientes a otras empresas salvo algún registro mínimo.
Para poder jubilarme debí firmar una moratoria por el cual me descontarán una cuota de mi magro ingreso para pagarla de $ 225.-
Realmente me siento estafado por el estado por no haber previsto un mayor control sobre las empresas, una informatización adecuada a partir de los noventa, que permitiera un flujo de la información acorde con la importancia que requiere asegurar los años de pasividad de quienes, según las circunstancias que le tocó vivir, dejaron parte de su vida activa en los sueños y anhelos dormidos, que muchos aún esperamos lograr.
Como particular damnificado, tal como lo establece los derechos y garantías de nuestra Constitución Nacional en su Art. 42 y 43 procederé a demandar al Estado Nacional por Estafas reiteradas, desprotección y abandono de personas y, basándome en el presente accionar con los dineros del ANSES, malversación de fondos públicos.
No es posible que ahora el Estado Nacional se ocupe de hacer inversiones, otorgar prestamos, o cubrir gastos no contemplados en el presupuesto nacional, con los fondos de los jubilados.
Todo esto después de haber desarticulado aquello que el mismo Estado se encargó de poner en práctica, el negocio de empresas privadas que con las cajas de jubilaciones, conocidas AFJP, realizaron durante un tiempo inversiones inconsultas con el dinero de la clase pasiva y de los futuros adherentes.
Cierto que ésta privatización se gestó bajo otra administración pero para el ciudadano el Estado es siempre el mismo, aun cuando los políticos están acostumbrados a no tener políticas de Estado a largo plazo, deberán hacerse responsables de lo actuado por sus predecesores y todo aquello que ellos, en el presente, mantienen y siguen haciendo mal.

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