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miércoles, 13 de enero de 2010

“Gran cinchada Nacional II”

Descalabro institucional
(“Bocato di cardinali...” civili e militari)

Ejerciendo la memoria, aspecto tan poco practicado por la sociedad Argentina, podemos recordar los tiempos previos al 24 de Marzo de 1976, que alimentaron las veleidades de los “Salvadores de la Patria” que profundizaron durante tres años el mayor desatino de la historia reciente del País.

Los meses previos al golpe del 24 de Marzo de 1976 la sociedad Argentina se hallaba en una situación calamitosa de descontrol de las instituciones, abusos de poder de elementos extraños encaramados en el poder a la sombra de un Estado ausente.
La figura nefasta de José López Rega como “Gran titiritero” del entorno presidencial y del propio Juan Domingo Perón y luego de su muerte, de la propia presidenta, Isabel Martínez de Perón, que representó la expresión de la decadencia en la que había incurrido Argentina.


Gelli cuando es detenido en Italia y con Perón cuando recibe la condecoración en Argentina


La negra Alanza Anticomunista Argentina, AAA, funcional a los planes para Latinoamérica de entonces, pergeñados por el país del Norte, que aquí, en consonancia con el regreso del líder justicialista desde Madrid, manejaba a su antojo su oscuro Secretario Privado y Luego Ministro de Bienestar Social, status que le otorgó la suficiente impunidad y libertad para manejar los hilos del poder.
“El Brujo” apelativo que distinguía a un oscuro cabo de la policía que pegado a Perón durante su exílio terminó manejando los destinos de una Nación a través de los oscuros lazos con la famosa logia italiana “Propaganda Due” (Propaganda 2) liderada por el otrora “Gran Maestre” Licio Gelli, vinculado al Banco Ambroziano y su posterior quiebra de cuyo escándalo se sucedió la oscura muerte del Banquero Roberto Calvi ocurrida bajo los puentes de Londres y a la prematura muerte del Papa Juan Pablo I.
Cabe recordar, primero, para retrotraernos a lo que se convertirá en el camuflaje masónico de la P2 de Gelli, que, en 1877, Giuseppe Mazzoni fundó una logia denominada Propaganda Masónica con el objetivo de agrupar a todos los masones no romanos que, por trabajo u otros motivos, se instalaban en Roma de forma temporal o definitiva.
Por motivos de organización y discreción, esta logia funcionaba con una gran independencia de la estructura del GODI. Al acabar la última guerra mundial, las logias del Grande Oriente de Italia se numeraron, y a ésta le correspondió el 2, pasando a ser conocida por su abreviatura P2.
De ésta forma se incorporó al ideario colectivo que la P2 era masónica, cosa que en sus orígenes fue así pero dejó de serlo cuando el 4 de noviembre de 1981 finalizó el proceso judicial masónico con la expulsión de Licio Gelli de la masonería y con una censura solemne para Salvini.
Al Gran Maestro Battelli, que no había estado libre de culpa en los hechos juzgados, no se le renovó la fiducia —confianza— al acabar, ese mismo año, su primer trienio como Gran Maestro.
La Masonería de Italia actuó con demasiada lentitud para cortarle la cabeza al monstruo que nació en sus entrañas, que no era de los suyos, pero que sé mimetizó como uno de los suyos y con la complicidad o inoperancia de algunos masones.
Sin embargo todo este entorno llegó a nuestro país desde Madrid de la mano del “Brujo”, integrante de la P2 junto a otros conspicuos masones de Argentina, como el Contralmirante “El Negro” Massera que contribuyeron a crear la idea de la afiliación masónica de la P2 y de ser la Masonería, a través de su logia, P2, responsable de los acontecimientos acaecidos en Argentina desde la llegada de Perón y posterior muerte, hasta 1983.
Sí algo debemos reconocer es que la inoperancia de la Orden de Oriente de Italia, su burocracia y la complacencia de alguno de sus miembros permitieron que Licio Gelli se forjara en el interior de la Masonería para lograr sus propios objetivos de poder.
Perón viajó en 1972 a Roma invitado por Gelli, quien lo ayudó a tejer contactos políticos y financieros de primer nivel. Luego de la salida de Cámpora, Gelli logró, en el ‘73, colocar a siete funcionarios en el gobierno que pertenecían a la P2.
López Rega asumió en el Ministerio de Bienestar Social, Alberto Vignes en Relaciones Exteriores y Raúl Lastiri fue presidente de la Cámara de Diputados, además de varios embajadores. Todos respondían a Gelli.
Gelli compartía con López Rega el culto de ritos satánicos. En 1974 obtuvo el pasaporte argentino, fue nombrado consejero comercial y eligió al embajador argentino en Italia.
Muerto Perón y expulsado López Rega del gobierno de Isabel, Gelli había contactado a Suárez Mason y a Massera, y festejó a los militares en el poder.
Pronto logró un negocio: las Fuerzas Armadas invirtieron 6 millones de dólares en “modernización”.En 1981, Giuliano Durone, juez de Milán, allanó la casa de Gelli y encontró una lista de 900 nombres, entre ellos el de Silvio Berlusconi.
El destape hizo caer al gobierno de Italia. El titiritero estaba oculto en América latina, pero fue apresado en Ginebra. Más tarde desapareció de la cárcel cuando estaba por ser extraditado a Italia. Fue condenado en el ‘88 a 10 años de cárcel en Bologna.
Pero, gracias a sus contactos, salió pronto. En abril del ‘92 intentó su última fuga, al ser condenado por la quiebra del Banco Ambrosiano.
Los servicios lo encontraron en la Costa Azul y lo extraditaron a Italia. Actualmente, Gelli, quién sufre problemas cardíacos, y esta cercano a los 90 años, está cumpliendo arresto domiciliario en Villa Wanda, de Arezzo, a 400 km de Roma.
Hoy a la distancia y con los hechos que se sucedieron más esclarecidos podemos ver los grandes contrasentidos de esa época nefasta y la clara intromisión, permitida por un Perón totalmente manejado, de Licio Gelli y sus huestes que se enquistaron en el poder de un país totalmente virgen y desguarecido para este tipo de acciones.
Una sociedad que fue incapaz de darse cuenta de todo lo que pasaba hasta que el accionar de la triple A y los desaguisados del proceso, que se abriría el 24 de Marzo de 1976 la golpearon frontalmente.
Aún así siempre se piensa que simplemente se trató de un golpe Militar, o cívico militar, como argumentan los que más se aproximan, lo que nunca se dijo es que fue un golpe muy bien preparado de un grupo de personas con un status mafioso que había penetrado a la Masonería de Italia.
Italia es un país con el que siempre estuvimos muy ligados, particularmente Perón desde lo ideológico en particular con la derecha de Benito Musolini, esta afinidad es probable que contribuyera a la proximidad de Licio Guelli con el alicaído militar Argentino, circunstancias aprovechadas por su ambicioso e inescrupuloso “secretario Privado”.
La mafia de Italia nunca había podido asentar sus reales en nuestro territorio y se instaló progresivamente en un territorio más fértil y prospero para sus “negocios”, Estados Unidos donde, como ya sabemos prosperó notablemente.
La incursión en Argentina de Licio Gelli y la “Propaganda due” fue el mecanismo pergueñado desde una organización mafiosa, no de la Masonería, utilizando los mecanismos de corrupción, poder y muerte que las distintas ramas de la organización mafiosa utilizaba para sus “negocios”.
No quiero decir con este ejercicio de la memoria que comparo aquellos años con el desorden institucional de hoy, nada más lejano de mi interés.
Simplemente quiero mostrar a mis compatriotas de que mecanismos se valen quienes observan nuestras debilidades para “A río revuelto, ganancia de pescadores”.
Es cierto que la generación de los Kirchner ha cometido muchas equivocaciones, en particular a partir de su enfrentamiento con el campo por la Resolución 125.
En el tiempo que pasó desde entonces no paran de enfrentarse a cuanto “opositor” o crítico surja en el espectro político y social.
Su enfrentamiento con el grupo Clarín, ampliamente justificado, desde mi modesta óptica, fue manejado arbitrariamente, despóticamente, sin consenso ni consultas y esa falta total de diálogo y de consenso enemistó a la sociedad Argentina cansada de autoritarismos y en particular cansada del “falso Peronismo” o el “Peronismo Fantasma”.
Dio comienzo a una escalada de desencuentros institucionales entre los poderes de la Nación que acrecentó la prepotencia, la oposición por simplemente oponerse a los designios desde el Ejecutivo y a un acrecentamiento del descontento general.
Sin embargo todo esto que yo llamo la “Gran cinchada Nacional”, que llegó a su punto más álgido con los DNU del Ejecutivo, solicitando el transpaso de fondos de las reservas y luego ante la negativa del Banco Central la solcitud de la Renuncia de su Presidente, Martín Redrado, instalado allí por la Administración de C.F. Kirchner, ignorando al Congreso y a la Comisión bicameral que debe aconsejar en estos casos, termino de colmar la paciencia y la medida.
Sin embargo, reitero, este desmadre institucional que se está gestando, como aquella de los setenta, sólo alimenta los delirios de aquellos que siempre se hallan al acecho para intentar demostrar que con ellos estaremos mejor.
Pero no se confundan, nunca estaremos mejor si viviendo en sociedad, aún más en las sociedades modernas, no respetamos las leyes básicas de convivencia, escritas o no, respeto, derechos y libertades individuales, aquellas leyes que nos hemos impuesto para el conjunto de la sociedad.

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