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lunes, 22 de enero de 2018

Tiempos difíciles


Aquello que se viene

Los argentinos vivimos experiencias traumáticas y, si se quiere, aleccionadoras que, haciendo un balance permorizado de esos años, pueden permitirnos actuar en consecuencia y vislumbrar un tiempo próximo.

En cambio preferimos mantenernos en lo mismo y seguir detrás de nuestros propios desaciertos, esperando la utopía de que las cosas cambien.
Un tipo, supuestamente capaz, solía decir a sus alumnos:  “… No esperes que cambie el resultado de la ecuación si realizas la operación de la misma manera.”
Esto después, aplicado a las experiencias de vida significa que no se puede esperar un cambio, haciendo siempre lo mismo.
Nací en los años cuarenta; esos años de la pos guerra, en que se gestó la generación adolecente;  por tener ausencia de todo. Es cierto, comenzaba a tenerlo todo, la realidad fue que nunca tubo nada, de allí lo de la “Generación Adolescente”.
Toda la maravillosa apertura fáctica de los adelantos tecnológicos que surgieron de esos negros y mentirosos años, llegaban muy tarde a estas latitudes.
Por entonces, a mis tiernos tres o cuatro años, se vivían en el país luchas populares y movimientos obreros, detrás de una convulsionada situación política, se desarrollaba, un hecho que lo cambiaría todo.
En el seno del viejo Partido Laborista, muy europeo, producto de las corrientes migratorias que desde la mitad del siglo XIX habían elegido nuestra tierra, para hacerla suya, gedrminaba a instancias de un joven y veterano sindicalista de la carne, (Swift) de la localidad de Berisso, La Plata.
Se llamó Cipriano Reyes,  esa convocatoria y movilización, que cambiaría las reglas del juego en las estrategias políticas vernáculas.
Cipriano, (Como me lo manifestó personalmente en varias charlas que realizamos en el centro comunitario y biblioteca de su localidad en la década de los ochenta) percibió que lo que se estaba gestando cambiaria los destinos de nuestra sociedad y para ello se requería una mano fuerte, respaldo y liderazgo que él no poseía.
Cipriano, por entonces, vio en un militar que actuaba en el gobierno, en la Secretaría de Trabajo, la madera requerida para guiar esos reclamos populares se llamaba Juan Domingo Perón convocado ante esta disyuntiva, por el entonces Presidente Farrel, a instancias de Cipriano y su grupo de sindicalistas-Laboristas.
Detrás de esta supuesta delegación de éste compromiso, Perón y Cipriano se enemistaron, años después, y dejaron de tratarse, con facturas de por medio.
Perón debió asumir su compromiso, que en un comienzo fue a regañadientes, con  lo que sería el Movimiento Nacional Justicialista, después, para la gente: Partido Peronista; para el propio Perón nunca dejo de ser el Movimiento Nacional Justicialista.
No le gustaba personalizar la Doctrina Justicialista, como él la llamaba minimizando la fuerza de su mensaje, decía que era no entender de qué se trataba el MNJ.
La verdad, de la historia reciente, nos hace saber que ésta, no siempre és como se deja saber públicamente.
Perón, como joven oficial del Ejército Argentino, ostentaba el grado de Teniente Coronel, era ambicioso, inmediatamente vislumbró el poderío de una fuerza política con esa convocatoria y si bien se percató de las inmensas posibilidades; sabía que sólo con propuestas y respuestas, concretas y claras, podría usufructuar ese poderío.
Así nació, en el país nuestro destino de acontecimientos que marcaron la vida política y social por más de cincuenta años; esta circunstancia influenció el quehacer político del hemisferio, convirtiendo a Perón en una carismática figura.
Figura que, aún hoy a 44 años de su muerte, (1de julio de 1974) continúa liderando la lucha de clases entre nuestro pueblo y una oligarquía recalcitrante,  obstinada, enquistada en nuestra sociedad, como un cruel recordatorio de nuestros más bajos instintos.
Nuestro pueblo como todos los pueblos del mundo, que transcurrimos esta etapa de la humanidad; engañados, confundidos, responde a esas premisas y mandatos, impuestos sobre nosotros, por el poder
Poder que les otorga el dinero; controlan la propaganda, subvirtiendo nuestros sentimientos más prístinos dividiendo y confundiendo a nuestra sociedad y atándose detrás de intereses extranjeros, creando enemigos donde no los hay, bajo el precepto “…Divide y reinarás”.
Mimetizados bajo corrientes políticas que les convenga, según el momento o la coyuntura institucional de cada país; se asumen liberales o Neo-liberal, ponen sus influencias al servicio de quién le reporte mayores beneficios; mercenarios o testaferros.
Recordando  famosa frase de Arturo Jaureche, la que soy muy afecto citar por su contundencia fáctica y modernidad: “La culpa no la tienen los gringos que nos compran…Sinó los criollos que nos venden”.
Si bien en estas instancias; en la cual el liberalismo y neo-liberalismo asola estas latitudes: Los gringos que nos compran, son los mismos gringos que nos venden.
Les abrimos los brazos, pusimos nuestro suelo a su disposición para que fructificaran sus proyectos y creatividad y nos dieron a los Macri y Cia.
Testaferros o mandantes de la Corona Imperial que cumpliendo directivas de su Primer Ministro, triunfante en el 45, desde La conferencia de Yalta, Crimea; les dejó precisas directivas sobre Argentina.
         Este es el panorama o contexto en el cual estamos los argentinos y Sudamericanos, cada uno sabrá el bando al que adscribe, aun cuando ya sabemos cómo es la forma de hacer política, o hacer que el brazo más duro se doblegue ante el poder dejando de lado valores o principios éticos de hermandad; siempre deberemos recordar las políticas de Estado no las dictan los pueblos, solo las soportan como pueden, luchan para corregir errores; si se trata de un pueblo vivo.
        En esta instancia, tengo muy claro dónde está mi enemigo, los 44 del San Juan me lo gritan a cada momento.
        Repito en este contexto y haciendo más de lo mismo, nada cambiará, se instalará este “Modelo de Exclusión” seguirán vendiendo al país al mejor postor y el “camión regador” (Nuevo apodo de Mugricio) y su equipo de cipayos seguirán cobrando por hacerlo.

Pienselo, de nosotros depende.

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