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jueves, 17 de mayo de 2018

Parece de ayer, pero es actual


Vendo negro, fuerte, dócil y barato, todo trabajo.

Parece de ayer, pero es actual

Esto está ocurriendo ahora en ciertos lugares del mundo, no muy lejano, bajo los ojos cómplices y desaprensivos de las Naciones hipócritas del mundo. En Libia un esclavo apto para trabajar cuesta 400 dólares.


El mal existe, es el resultado inequívoco de la inacción de ese otro sector de la sociedad que mira sin hacer nada ante una práctica que suponíamos abolida hace siglos.
Es aberrante, hasta me resulta incómodo, ciento esa vaga sensación de vergüenza ajena; vergüenza que nos embarga como resultante de la impotencia y rabia, al darnos cuenta de lo funcionales que le somos, al sistema.
Incomodo por ponerme a escribir sobre un tema, tan aberrante y doloroso, desde la comodidad de mi estudio-biblioteca-departamento; mi (Bulín) que a pesar de no estar en la calle Ayacucho es, mí Bulín.
Como buceador del pasado he recorrido infinidad de veces aquellos momentos en que se abolía la esclavitud.
En nuestro país, este hecho,  mereció incorporarse en las bases y fundamentos de nuestra Carta Magna, hasta hoy día.
Sin embargo aquellos aberrantes hechos del comercio de seres humanos se sigue practicando ante el silencio cómplice de la comunidad Internacional.
Que vacío tiene que estar el corazón del hombre para que desoiga la razón y su

sentido de humanidad.
         Es casi imposible, si no se tiene el entrenamiento adecuado, concebir algo como lo que se expone y denuncia en “Perros y gatos” y en la página observerink.com que me atrevo a tomar como fuente ya que no las utilizaré para hacer comercio con ellas, sí para replicar su denuncia en la red, que por principio solidario, deberíamos hacer todos.







Dice observerink.com Libia se ha transformado en un mercado de esclavos moderno.



Con la lejana esperanza de contribuir a clarificar y apaciguar conciencias, en particular la mía; dejo al lector su propia evaluación de lo expuesto para sentir como repercuten en su existir situaciones como la que nos ocupa.
Qué insano derecho se arroga el hombre sobre otro hombre causándole situaciones dolorosas y adversas a él y su familia.
Esta situación expresada ahora por estas fuentes confiables no son menos ni más graves que aquellas que desde hace tiempo nos hablan de la trata de personas constantes entre países de los Balcanes después de las confrontaciones que asolaron la región.
La situación se repite allí donde las personas luchan por sobrevivir de la opresión y la muerte.
Situaciones que muy bien han sido captadas por Hollywood en películas muy buenas donde se expone con claridad esta problemática pero ¿Somos nosotros los únicos que hemos visto estas denuncias recreadas?
¿Qué ha hecho la comunidad Internacional para paliar esta aberración que,  como usted y yo sabemos y, Observerink. Com  lo expresa, sucede ahora en Libia; estas acciones no pueden ser llevadas adelante sin la complicidad de las autoridades de cada país.
Recientemente se difundió un video del gran Noam Chomsky sobre cómo se está combatiendo el principio de solidaridad; principio que no le es funcional a las clases dominantes, a los ricos.

La Destrucción de la solidaridad: https://www.youtube.com/watch?v=HdI55qd-Ri0

También estamos viendo como en las redes sociales se condena a quienes se solidarizan con situaciones o sucesos ocurridos en otros puntos del planeta pero, se supone, somos incapaces de comprometernos con sucesos ocurridos en nuestra ciudad.
A quienes se dejaron ganar por la destrucción del principio de solidaridad, deben saber que éste se expresa en base a una interpretación sutil, subliminal de sucesos,  que impactan nuestros sentidos, accionando sobre nuestros principios y  valoraciones haciéndonos comprometernos con ciertos aspectos o situaciones.
El principio de solidaridad debe canalizarse allí dónde nuestro corazón nos exige su atención y compromiso, sin importar su proximidad o lejanía, que ciertamente poco importa.
El ser solidario es poner nuestra mente y nuestro corazón en sintonía con el sufrimiento del otro, allí donde se encuentre, estar presente y tender una mano, si las circunstancias lo ameritan, también; lo uno no invalida lo otro, por el contrario,  lo potencia y dignifica.

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