Aquello que se viene
Los argentinos vivimos
experiencias traumáticas y, si se quiere, aleccionadoras que, haciendo un
balance permorizado de esos años, pueden permitirnos actuar en consecuencia y
vislumbrar un tiempo próximo.
En
cambio preferimos mantenernos en lo mismo y seguir detrás de nuestros propios
desaciertos, esperando la utopía de que las cosas cambien.
Un
tipo, supuestamente capaz, solía decir a sus alumnos: “… No esperes que cambie el resultado de la
ecuación si realizas la operación de la misma manera.”
Esto
después, aplicado a las experiencias de vida significa que no se puede esperar
un cambio, haciendo siempre lo mismo.
Nací
en los años cuarenta; esos años de la pos guerra, en que se gestó la generación
adolecente; por tener ausencia de todo.
Es cierto, comenzaba a tenerlo todo, la realidad fue que nunca tubo nada, de
allí lo de la “Generación Adolescente”.
Toda
la maravillosa apertura fáctica de los adelantos tecnológicos que surgieron de
esos negros y mentirosos años, llegaban muy tarde a estas latitudes.
Por
entonces, a mis tiernos tres o cuatro años, se vivían en el país luchas populares
y movimientos obreros, detrás de una convulsionada situación política, se
desarrollaba, un hecho que lo cambiaría todo.
En el seno del viejo Partido Laborista, muy
europeo, producto de las corrientes migratorias que desde la mitad del siglo
XIX habían elegido nuestra tierra, para hacerla suya, gedrminaba a instancias
de un joven y veterano sindicalista de la carne, (Swift) de la localidad de
Berisso, La Plata.
Se llamó Cipriano Reyes, esa convocatoria y movilización, que cambiaría
las reglas del juego en las estrategias políticas vernáculas.
Cipriano,
(Como
me lo manifestó personalmente en varias charlas que realizamos en el centro
comunitario y biblioteca de su localidad en la década de los ochenta)
percibió que lo que se estaba gestando cambiaria los destinos de nuestra
sociedad y para ello se requería una mano fuerte, respaldo y liderazgo que él
no poseía.
Cipriano, por entonces, vio en un
militar que actuaba en el gobierno, en la Secretaría de Trabajo, la madera
requerida para guiar esos reclamos populares se llamaba Juan Domingo Perón
convocado ante esta disyuntiva, por el entonces Presidente Farrel, a instancias
de Cipriano y su grupo de sindicalistas-Laboristas.
Detrás
de esta supuesta delegación de éste compromiso, Perón y Cipriano se
enemistaron, años después, y dejaron de tratarse, con facturas de por medio.
Perón
debió asumir su compromiso, que en un comienzo fue a regañadientes, con lo que sería el Movimiento Nacional
Justicialista, después, para la gente: Partido Peronista; para el propio Perón
nunca dejo de ser el Movimiento Nacional Justicialista.
No
le gustaba personalizar la Doctrina Justicialista, como él la llamaba
minimizando la fuerza de su mensaje, decía que era no entender de qué se
trataba el MNJ.
La
verdad, de la historia reciente, nos hace saber que ésta, no siempre és como se
deja saber públicamente.
Perón,
como joven oficial del Ejército Argentino, ostentaba el grado de Teniente
Coronel, era ambicioso, inmediatamente vislumbró el poderío de una fuerza
política con esa convocatoria y si bien se percató de las inmensas
posibilidades; sabía que sólo con propuestas y respuestas, concretas y claras,
podría usufructuar ese poderío.
Así
nació, en el país nuestro destino de acontecimientos que marcaron la vida
política y social por más de cincuenta años; esta circunstancia influenció el
quehacer político del hemisferio, convirtiendo a Perón en una carismática
figura.
Figura
que, aún hoy a 44 años de su muerte, (1de julio de 1974)
continúa liderando la lucha de clases entre nuestro pueblo y una oligarquía
recalcitrante, obstinada, enquistada en
nuestra sociedad, como un cruel recordatorio de nuestros más bajos instintos.
Nuestro pueblo como todos los pueblos
del mundo, que transcurrimos esta etapa de la humanidad; engañados,
confundidos, responde a esas premisas y mandatos, impuestos sobre nosotros, por
el poder
Poder
que les otorga el dinero; controlan la propaganda, subvirtiendo nuestros
sentimientos más prístinos dividiendo y confundiendo a nuestra sociedad y
atándose detrás de intereses extranjeros, creando enemigos donde no los hay,
bajo el precepto “…Divide y reinarás”.
Mimetizados
bajo corrientes políticas que les convenga, según el momento o la coyuntura
institucional de cada país; se asumen liberales o Neo-liberal, ponen sus
influencias al servicio de quién le reporte mayores beneficios; mercenarios o
testaferros.
Si
bien en estas instancias; en la cual el liberalismo y neo-liberalismo asola
estas latitudes: Los gringos que nos compran, son los mismos gringos que nos
venden.
Les
abrimos los brazos, pusimos nuestro suelo a su disposición para que fructificaran
sus proyectos y creatividad y nos dieron a los Macri y Cia.
Testaferros
o mandantes de la Corona Imperial que cumpliendo directivas de su Primer Ministro,
triunfante en el 45, desde La conferencia de Yalta, Crimea; les dejó precisas
directivas sobre Argentina.
Este
es el panorama o contexto en el cual estamos los argentinos y Sudamericanos,
cada uno sabrá el bando al que adscribe, aun cuando ya sabemos cómo es la forma
de hacer política, o hacer que el brazo más duro se doblegue ante el poder dejando
de lado valores o principios éticos de hermandad; siempre deberemos recordar
las políticas de Estado no las dictan los pueblos, solo las soportan como
pueden, luchan para corregir errores; si se trata de un pueblo vivo.
En
esta instancia, tengo muy claro dónde está mi enemigo, los 44 del San Juan me
lo gritan a cada momento.
Repito
en este contexto y haciendo más de lo mismo,
nada
cambiará, se instalará este “Modelo de Exclusión” seguirán vendiendo al
país al mejor postor y el “camión regador” (Nuevo apodo de
Mugricio) y su equipo de cipayos seguirán
cobrando por hacerlo.
Pienselo,
de
nosotros depende.