“Cambiemos”,
la “Oligarquía”, el poder.
Macri,
no pudo superar el 30% de su mandato, se le vino la noche, desilusionando a
quienes lo votaron y respaldando a quienes repudiaron su elección, desde sus
comienzos.
El
cúmulo de sus errores y correcciones fallidas es tal que el mes de febrero
explotó convirtiéndose en el mes más penoso de su corta y accidentada
trayectoria al servicio de sus mezquinos intereses.
Marta
Peloni, la otrora luchadora por “María Soledad” el emblemático caso de la provincia
de Catamarca de la década de los noventa; reconoció estar decilucionada y arrepentida
de haber votado a Macri, expresó: “…Comenzó a mostrar la hilacha”.
Con
todo el respeto que merece la trayectoria de la Sra. Peloni, según yo lo entiendo, no sólo se equivocó sino que no
capitalizó nada de su trayectoria como luchadora social.
Parecería
como si sus acciones hubieran respondido al llamado del momento y no a una
profunda convicción por oponerse al poder, en ese momento representado por la
familia Sadi, en Catamarca.
Lo
lamentable, señora, es que ustedes con su error convalidan a estos testaferros,
intermediarios de los poderosos, terminan perjudicando y endeudando a todo el
pueblo argentino.
Macri
no sólo demostró no tener capacidad para administrar un país, también nos
indicó su incapacidad para liderar un grupo, carecer de la suficiente muñeca
política para engañarnos, y así no nos diéramos cuenta de sus verdaderas
intenciones, que terminan perjudicando a todo el pueblo argentino.
Dicen
que Albert Einstein decía: “Si repites siempre tus mismas acciones no esperes
que tu vida cambie.”; esto es lo que está pasando en Argentina hoy.
Aquellos
que votaron a esta gente que ya nos había esquilmado en años anteriores y que
fueron los destinatarios de aquel famoso pedido popular “Que se vayan todos.” Por el contrario volvieron a ponerlos
administrando los destinos de nuestra nación.
Cambiaron
un Modelo de Inclusión Participativo, por un modelo de exclusión que no sólo
nos roba y endeuda, (Como hacía el anterior) según ellos,
pero repartía, algo de aquello que, supuestamente robaba, con los más
desprotegidos de la pirámide social.
Quiere
disfrazar sus verdaderas intenciones, plan muy bien armado por el poder del hemisferio para tener una región
débil y controlada, por algo nos tienen como inquilinos, no deseados, del patio trasero de “Su Casa”.
Plan
que les fracasó después de la segunda guerra, por la presencia en nuestro país
de un hombre, que nos guste o no, cambió la forma de hacer política,
brindándole a los humildes una esperanza y su participación en los destinos del
país.
Por
varias décadas Argentina se vio libre de estas políticas nefastas, que
volvieron contra el país en varias oportunidades; no pudieron hacerlo mediante
supuestas elecciones; la dicotomía Braden o Perón, (Bradem era el embajador
norteamericano en Argentina en ese momento) tiene un espacio destacado en
nuestra memoria.
Como
no pudieron, contra el pueblo organizado detrás de un anhelo de libertad
social, que ese movimiento estaba gestando en Argentina, pasaron a las armas, cambiando las reglas de un juego macabro, que
ellos quieren controlar.
Dicen
que en una de tantas reuniones que mantuvo el líder justicialista con Braden, éste
le manifestó que: “…Si daba marcha atrás con sus políticas su figura sería bien vista en
su país”.
Perón
observó a su interlocutor y le respondió: “…No me interesa, Señor embajador, ser bien
visto en su país, con la seguridad de ser considerado una mierda, en el mío.”
Contra
esa forma de pensar, aciertos y errores en la acción, de por medio, sólo el
despotismo y la barbarie, pudieron en el 55 y el 75 intentar cambiar, mediante
la fuerza, el rumbo político de Argentina y América Latina.
Aquello,
el Movimiento
Nacional Justicialista, MNJ,
presentado a las bases del Partido
Laborista por Cipriano Reyes, líder sindical de los frigoríficos de los años cuarenta
y cincuenta; convocante y movilizador del 17
de octubre de 1946; (Día denominado de la lealtad por los
partidarios justicialistas) esta manifestación en favor de la
candidatura de Perón lo llevó a la presidencia del país.
El
MNJ se convertiría en un modelo político para las generaciones posteriores
de Argentina y América Latina, independientemente del sesgo o características,
partidistas o metodológicas, que cada facción impregne en el movimiento, en la
práctica el movimiento Nacional Justicialista como lo definía Perón es un
movimiento y el movimiento se construye y recrea en movimiento sin excluirá
nadie de participar.
Esta
diversidad de integrantes del movimiento, lo hace una acción, multicultural, pluri-social, con profunda raigambre
en lo laboral; esta característica del Movimiento, que para los Justicialistas,
es simplemente el Partido Peronista,(P.P.) impregna su acciones de
distintas bases ideológicas, dependiendo de que grupo las lidere.
Paradójicamente
el MNJ-PP como factor político es más
resistido en Argentina, que en el resto del continente; creándose dos facciones
antagónicas, (Peronismo – Antiperonismo) e irreconciliables que
permanentemente pugnan por la supremacía y el control, en esta parte del
hemisferio que, como ya dije, se halla bajo el supuesto control de
Norteamérica.
M.
Macri, representa un grupo humano que, como rapiña se sirven de los recursos
del estado, a través de administraciones débiles, previamente comprometidas con
dinero, o en contubernio con funcionarios corruptos.
Los
partidarios peronistas acuñaron un adjetivo calificativo para llamar a las antiguas
familias agrícola- ganadera de la Pampa Húmeda, y aquellos caudillos provinciales
que manejaban sus estados, cual feudos, alejados del centro del poder que era
Buenos Aires; los definen e
identifican como: GORILAS.
En
el inicio de la organización política de nuestro país los vástagos de las
familias oligarcas, nuevos ricos o terratenientes adinerados o ingresaban al
clero o servían en el ejército, primera y única fuerza militar por muchos años
que tuvo el país, ingresando en la escuela militar.
De
esta fuerza de destino inequívoco, la oligarquía Argentina se halló ligada,
íntimamente, a las grandes familias de abolengo que aún sobrevivían en el
territorio, a los terratenientes, agrícolas y ganaderos y a los militares,
convirtiéndose en una concepción arquetípica del país que fue, sigue siendo
parte y bandera de ciertos grupos de engañosa pertenencia, que se reúsan
desaparecer.
Hoy
esta figura se ha desdibujado por la fuerza del tiempo la división nuclear de
la familia y el advenimiento de la modernidad; sin embargo, como dije, esta
figura permanece en el ideario social colectivo de nuestra argentinidad.
El
administrador, que algunos despistados, apátridas, desmemoriados, colocaron al
frente de la actual Administración ejecutiva del país, fue con algunos de sus
esbirros, como el necochénse, (Si como leyó es un hijo dilecto de Necochea,
centro de sus aspiraciones más sensibles) Gerónimo “Momo” Benegas, digno exponente de esa pléyade de militantes, que Perón
mismo tipificaba muy bien, como “Un mal necesario” dentro de las filas del
MNJ.” o del
Gerónimo
“Momo” Benegas representa: “… los criollos que nos venden” de
Jaureche. Y que se ajusta y suma al “Primero”, sin importar ideologías, sólo
suma en caja.
Benegas,
supo ver, hacia mediados del siglo XX las áreas postergadas del proceso
laboral, capitalizó su sinceramiento y blanqueo con la agremiación de los
peones de campo y estibadores portuarios.
Supo
negociar un patrocinio y tutela de Eduardo Duhalde, durante su mandato como
gobernador en la provincia de Buenos Aires; el “Momo” consolidó así su sindicato-empresa, desde el cual
controla estos sectores sensibles de la economía productiva del país;
vendiéndonos
a intereses mercantilistas, multinacionales y extranjeros.
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